La marca es uno de los principales activos de una empresa ya que es el signo distintivo usado por el empresario para diferenciar en el mercado sus productos o servicios de sus competidores. Por este motivoes importante que una marca esté lo suficientemente protegida.
Si estás interesado en registrar tu marca, a continuación te explicamos las distintas vías que existen y los requisitos para hacerlo con éxito.
Una de las vías es hacerlo directamente a través de una agencia de la propiedad industrial, en la que una serie de profesionales se encargarán de realizar todos los trámites. En este enlace se pueden encontrar los datos de contacto de las agencias ubicadas en la Región de Murcia.
La otra vía es solicitar la marca uno mismo. A continuación explicamos todos los pasos necesarios para hacerlo con éxito y en los que el INFO podrá asesorarle y apoyarle.
PASO 1: BÚSQUEDA PREVIA
Lo primero que debemos hacer al crear una marca es comprobar que no hay ninguna otra similar que esté ya registrada. Para ello, podemos consultar la web TMView, que contiene una base de datos con las marcas registradas de de diversos países europeos. Es importante tener en cuenta que la marca que queramos registrar debe ser bastante distinta de las ya registradas para que no genere “confusión en el consumidor”.
Tipos de marca y su clasificación
Las marcas pueden ser fundamentalmente de tres tipos:
- Denominativas (nombre)
- Mixtas (nombre + logotipo)
- Gráficas (solamente un logotipo)
El precio de solicitud es el mismo para los tres tipos, ya que las tasas se pagan en base a la variedad de productos o servicios para los que se quiera proteger, no en base al tipo marca en sí. Para ello existe una clasificación internacional de productos y servicios.
A la hora de cumplimentar el formulario de registro solicitan que se especifiquen qué productos son aquellos que se van a trabajar bajo el paraguas de esa marca y a qué clase pertenecen. Visite la web de la Oficina Española de Patentes y Marcas donde podrá ver a qué clase pertenece cada uno de sus productos o servicios.
La solicitud oficial se puede hacer de manera electrónica o en papel. Cada una cuenta con su propio procedimiento que explicamos a continuación.
Solicitud electrónica de la marca
Si se cuenta con algún tipo de certificado digital o firma electrónica (por ejemplo, el nuevo DNI) la solicitud es más económica (15 % descuento en las tasas) y además más ágil, ya que se obtiene inmediatamente un número de registro de marca.
Este enlace es el que debe seguir para solicitar por vía telemática una marca. Así mismo, tenga en cuenta que para el registro telemático, en caso de que la marca tenga logotipo, es necesario que cumpla los siguientes requisitos: formato jpg, un tamaño máximo de 12 cm. De alto por 8 cm. de ancho, y una resolución de 300 x 300 ppp. También se deberán dar los 20 dígitos de la cuenta bancaria donde el solicitante sea el titular para el pago de la tasa.
Solicitud en papel
Para hacer la solicitud en papel deberá rellenar un formulario de marca y puede presentarlo en el INFO, ya que somos una ventanilla auxiliar de la Oficina Española de Patentes y Marcas.
El interesado deberá llamar previamente al INFO (968 36 28 12) para que se le haga entrega de una hoja para el pago de tasas que deberá pagar en la Caixa. Con el pago efectuado, se vuelve a presentar en el INFO donde registraremos sus documentos de la marca y el pago.
PASO 3: MANTENER LA VALIDEZ
La validez del registro de una marca es de 10 años desde la fecha de presentación de la solicitud, años que son prorrogables indefinidamente.
Si está interesado en registrar su marca, estaremos encantados de atender su consulta y asesorarle a lo largo del proceso independientemente de la fórmula de registro que elija. Así mismo, como ventanilla auxiliar de la Oficina Española de Patentes y Marcas, podremos efectuar el registro en nuestras propias instalaciones.
El banco le devuelve un cheque a esta anciana, y su carta de respuesta es épica
Llegas a casa, abres tu correo y miras con tristeza tus facturas
mensuales. Ganas un sueldo pequeño y aun así las facturas no paran de
crecer año tras año. El servicio deja mucho que desear pero bancos,
compañías de teléfono, luz, agua y gas, parecen haberse puesto de
acuerdo para subir los precios a pesar de la crisis.
Como consumidor da igual, puedes irte con cualquiera pero lo cierto es que el margen de maniobra y la competencia resulta más bien escasa.
Yo personalmente ya he dejado de elegir a mis compañías por precio,
ya que resulta que éste es tremendamente similar y he comenzado a
centrarme en el servicio prestado.
Y es que entiendo que pueda cometerse un error en la facturación, que
haya una caída de la línea, que se estropee una tubería o que haya una
bajada de tensión. Todos somos humanos al fin y al cabo.
Lo que no entiendo en ningún caso, es que cuando hay un problema en
el servicio contratado se preste un pésimo servicio de atención al
cliente. ¿Qué directivo fue el que decidió que la mejor manera
de tratar a un cliente con un problema era ponerle a luchar contra una
máquina automática?
Ya que ahora somos nosotros mismos los que hacemos las gestiones,
cambios de tarifas y transacciones a través de internet, lo mínimo es
que para una vez que tenemos que tratar con ellos, el servicio de
atención al cliente fuera de calidad.
En fin, puede que la globalización nos haya permitido el acceso a una
amplia variedad de artículos de consumo pero definitivamente no nos ha hecho la vida más fácil.
Por eso he quedado muy impresionado por la carta que una señora de 82
años ha remitido a su banco, después de que le hayan devuelto un
recibo. Dice así.
Estimado Señor,
Le escribo para darle las gracias por haber devuelto mi cheque
con el que traté de pagar a mi fontanero el mes pasado. Según mis
cálculos, tres nanosegundos deberían de haber bastado para elegir
devolver mi cheque o transferir esa cantidad desde mi otra cuenta. Me
refiero, por supuesto, a la transferencia mensual automática de fondos
desde mi cuenta de ahorros hasta mi cuenta corriente, una disposición
que, lo admito, ha estado en vigor sólo durante los últimos 31 años.
Sin embargo usted es digno de elogio por haber aprovechado esa
breve ventana de oportunidad, y en cambio haber retraído de mi cuenta
30$ en concepto de sanción por las molestias causadas a su banco.
Mi agradecimiento brota de la forma en que este incidente me ha
hecho replantearme mis decisiones financieras. Hasta ahora no me había
dado cuenta de que mientras atiendo personalmente sus cartas y llamadas
telefónicas, yo en cambio debo enfrentarme contra la entidad impersonal,
pregrabada y sin rostro, en la que su banco se ha convertido
recientemente.
A partir de ahora, yo, como usted, elijo sólo a una persona de
carne y hueso para realizar mis gestiones. Por lo tanto, y de aquí en
adelante continuaré girando mis hipotecas, préstamos y reembolsos de
forma regular, pero comenzarán a llegar a su banco mediante cheque,
dirigida personalmente y de manera confidencial a un empleado de su
banco.
Tenga en cuenta que sólo él podrá abrir mi correspondencia, pues
si otro empleado lo hiciera incurriría en delito como se haya previsto
en la Ley Postal.
Se adjunta un formulario para la cesión de datos de contacto que
requiero que su empleado complete. Lamento que conste de ocho páginas,
pero en fin, es justo que yo sepa tanto sobre él o ella como su banco
sabe de mí, no hay otra alternativa.
Por favor, tenga en cuenta que todas las copias de su historial
médico deben ser refrendados por un Notario Público, y que los detalles
sobre su situación financiera (ingresos, deudas, activos y pasivos) son
obligatorios y deben ir acompañadas de pruebas documentadas. A su debido
tiempo, emitiré a su empleado un número PIN que él / ella deberá
utilizar para ponerse en contacto conmigo.
Lamento de nuevo que el PIN no pueda ser inferior a 28 dígitos,
pero, de nuevo, me he inspirado en el número de pulsaciones necesarias
para acceder al saldo de mi cuenta bancaria a través de su servicio de
atención teléfonica. Como se suele decir, la imitación es la forma más sincera de adulación.
Permítanme que le especifique cómo será el menú de opciones de mi
nuevo sistema de recepción de llamadas. Para contactar conmigo pulse
los botones de la siguiente manera: 1. Para solicitar una cita personal. 2. Para consultar un pago faltante. 3. Para transferir la llamada hasta mi sala de estar en caso de que me encuentre allí. 4. Para transferir la llamada hasta mi habitación por si estoy durmiendo. 5. Para transferir la llamada a mi baño por si me encuentro asistiendo la llamada de la naturaleza. 6. Para transferir la llamada a mi teléfono móvil si no estoy en casa. 7. Para dejar un mensaje en mi contestador. 8. Para volver al menú principal y para escuchar las opciones 1 a 7. 9. Para hacer una reclamación. Después de registrar su queja, la
petición quedará en suspenso a la espera de estudio por el departamento
correcto. Si bien esto puede, en ocasiones, implicar una larga espera,
la música edificante amenizará la duración de la llamada.
Lamentablemente, y siguiendo de nuevo su ejemplo, debo también
imponer una cuota de 50$ por gestión del servicio. Por favor, ingresen
el crédito en mi cuenta después de cada llamada.
Sin más aprovecho para desearle una feliz, y un menos próspero Año Nuevo. Atentamente, Su cliente.
¿Qué os parece? ¿No sería ideal que pudiéramos hacerles pagar con su propia medicina?
Si estás pensando en dedicarte a diseñar webs, mejor olvídate. En
los próximos años, si no es hoy mismo, el diseño web tal y como lo
conocíamos hasta ahora habrá desaparecido.
Ilustración: Designmodo (Adobe Market)
Hace años las empresas querían una página web. No sabían muy bien
para qué pero la querían. Ahí todos nos lanzamos a aprender todo lo
relacionado con el diseño web para poder ofrecer este servicio. Nos
batíamos en armas con los informáticos que también querían su parte.
Todos buscábamos software que nos permitiera diseñar como lo hacíamos en
Freehand. Go Live Cyberstudio –que luego compró Adobe– fue la solución momentánea para unos, Flash para otros. Los primeros drag&drop eran tan rudimentarios que apenas solucionaban el problema.
Al poco, los informáticos y los diseñadores no tuvieron más remedio
que colaborar para encontrar soluciones viables. El programador con
nociones de diseño o el diseñador con conocimientos de programación
devino en el Diseñador Web. Una figura altamente cotizada.
En los inicios pagar una fortuna por una web era lo normal. Todo el
mundo se aprovechó y a todos les suponía un esfuerzo desmedido
desarrollar una web desde cero. Un site en un simple html
todavía era asumible, pero algo con base de datos era un auténtico
despropósito. Algunos hicieron mucho dinero con ello.
Pero aparecieron los primeros CMS, como WordPress, que eran ¡gratis! Y
los primeros blogs, que no solo eran gratis sino que encima ni pagabas
alojamiento. ¡Un chollo!
Todo son plantillas
No hace falta decir a estas alturas el gran negocio que existe tras las
plantillas para WordPress, Joomla, Drupal o Magento. Millones de euros
en mini compras de plantillas que en la mayoría de los casos solucionan
las necesidades básicas de cualquier cliente. Algunos ajustes y un poco
de personalización y una web luce increíble.
Ahí nos dimos cuenta de que cobrar una cantidad importante de dinero
por una web básica iba a ser muy difícil. Y todos nos cogimos a
WordPress como tabla de salvación para intentar seguir diseñando webs,
aunque fuera trasteando plantillas y diseñando lo mínimo con ayuda de
algún programador o del propio gestor de contenidos.
Utilizar plantillas de WordPress no es diseñar una web, no nos
engañemos. Y tampoco pensemos que nosotros somos más listos que nadie y
pretandamos vender servicios de diseño cuando realmente son servicios de
gestión.
¿Quién diseña la web realmente cuando instalas una plantilla?
Al principio las plantillas las diseñaba un tipo en su estudio con unas
funcionalidades básicas y una implementación que en muchos casos era
penosa. ¡Pero era suficiente! Las plantillas se han convertido en tal
negocio que ahora son equipos de trabajo con profesionales
multidisciplinares que desarrollan productos muy elaborados, con soporte
24h y con funciones muy importantes. Verdaderos plug&play en los que no se necesita más que cambiar el texto y las imágenes de ejemplo.
Eso significa que en el fondo no somos nosotros los que diseñamos,
sino otros. Como mucho adaptamos, ajustamos o incluso empeoramos el
trabajo hecho por otros.
¿Quién va a pagar por una web miles de euros cuando se puede tener una por apenas 50 euros? Webs bien diseñadas, con estructuras sólidas y muy pensadas por
equipos de UX, buena tipografía, buen equilibrio de color, adaptadas
para responsive con tiendas incluidas con servicios de
pago y gestión de e-commerce… Webs que cuesta diseñar varios meses,
incluso algún que otro año de desarrollo que luego venden por 50, 60, 70
euros… pero lo hacen miles, millones de veces en todo el mundo.
Pero si ahora estás pensando en dedicarte a diseñar plantillas llegas tarde, hay empresas como Envato,
propietaria de Theme Forest que dispone de más de 6 millones de
plantillas de más de 4 millones de diseñadores en todo el mundo. La
compañía australiana declara que paga más de 250 millones de dólares en
todos sus marketplaces (ThemeForest, GraphicRiver, VideoHive,
AudioJungle, CodeCanyon, PhotoDune, 3dOcean, ActiveDen). Ni lo intentes.
No vas a ser el más alto y el más guapo ahora.
Está claro que no es la solución para todos, pero para la mayoría de
empresas, negocios… de potenciales clientes, en definitiva, les vale. Y
ahí hay una parte del pastel que ya no nos toca. Ahora nos pagan por
gestionarlo, no por diseñarlo.
Ahora, desde la última actualización de Wordpress a la versión 4.0, cada vez son más las plantillas que se editan desde front end
y no tienes que entrar en el editor, con hacer click en el texto
directamente se puede cambiar el titular, elegir tipografía, color,
disposición, fondo… Es un verdadero juego de niños.
Qards
Qards, un plug-in desarrollado por Designmodo
permite crear páginas utilizando WordPress con una capacidad de edición
muy alta. Todo está preconfigurado, para los usuarios menos diestros en
diseño. Pero en manos de un buen editor gráfico, componer, elegir
tipografía (Typekit, Google Fonts… ), color, fondos… es lo más parecido a
diseñar que hemos estado hasta ahora, sin necesidad de contar con un
informático a nuestro lado. No es perfecto, no se puede hacer todo y
tiene sus límites, pero es liberador.
WordPress evoluciona hacia este modelo –ya hay muchas plantillas con
este funcionamiento– una capacidad de edición en tiempo real sin
necesidad de entrar en el editor. Cada vez será más normal cambiar y
mover las cosas directamente sin tener que saber casi nada de html.
Todo se puede mejorar
Ahora, el mundo plantilla ya está más que agotado y la uniformidad
siempre lleva a querer diferenciación y mejoras. Contar con un CMS
propio significa tener que contar con un servidor, pagarlo cada mes,
instalar la base de datos, programar la web, mantenerla y actualizarla
constantemente. Una labor que supone no solo muchas horas, sino también
mucho dinero. Eso sin contar con la creación de contenidos.
¿Por qué tener que venderle a los clientes sólo la plantilla cuando
les podemos vender todo el paquete? Parece que esta pregunta es la que
se hicieron muchos de los que veían cómo creció el auge de las
plantillas. Y si en lugar de solo diseñar, también les ofrecemos el
servidor y el soporte, más las actualizaciones, el aprendizaje y
cualquier cosa que necesiten…
En esta guerra también están pensando los chicos de Facebook. Si el
40% de los americanos piensa que internet es Facebook, ¿para qué
quitarles la razón? ¿No será más cómodo ofrecerles la posibilidad de que
todo lo hagan dentro de la red social? Ya hay empresas que su página
web es una página de Facebook. Y en breve Facebook ampliará las
posibilidades para que las empresas no tengan la necesidad de montar su
propia web fuera de su ecosistema.
Squarespace
El modelo de ‘todo incluido’ es un formato muy atractivo para
muchos. Generar una web con tan solo poner el nombre de usuario y una
contraseña es algo que todos queremos. Todo lo demás ya está pensado y
hecho. Solo hay que arrastrar y activar. Squarespace es un modelo de
todo en uno que funciona a la perfección. No solo porque sus plantillas
están bien diseñadas, equilibradas, con buena tipografía sino porque
cualquier duda o problema es atendido por más de 500 profesionales que
te lo solucionan todo.
Con varios millones de webs alojadas y con una facturación anual de
más de 15 millones de euros parece que hay más de uno que le ha
convencido. Y si lo pruebas te convencerá seguro. El editor es mágico.
Es un drag&drop finísimo, con el que puedes componer cada
página mejor que lo harías en tu editor tradicional. Todo fluye y se
adapta, es hasta difícil hacerlo mal.
Y todo esto a partir de ¡8 dólares al mes! ¿Vas a diseñar una web mejor por un precio mejor? Imposible.
Y esta vez no vale aquello de que en el fondo tú lo haces mejor. Para
el 99% de tus clientes este sistema cubre ampliamente sus expectativas,
sus necesidades.
Shopify Shopify
es otro buen ejemplo, pero esta vez centrado en las tiendas online.
Para qué invertir miles de horas y de euros en configurar correctamente
una tienda cuando tienes todo, todo y todo lo que necesitas para
gestionar una tienda en segundos. Todas las plantillas que se quieran,
sistemas de pago, sistemas de seguridad para garantizar que todo va bien
e incluso unido a empresas de transporte que te calculan en tiempo real
el precio del envío. Más fácil imposible. ¡Ah! y por 14 euros al mes.
The Grid Por si todo esto no fuera poco, aparece The Grid.
Un nuevo modelo de configuración de web que es similar Squarespace pero
que va más allá del modelo plantilla y que deja en evidencia la
capacidad creativa y de edición de los diseñadores. ¿Qué pasaría si
existiera una manera de crear un algoritmo que fuera capaz de diseñar
por nosotros?
The Grid interactúa con el entorno para crear escalas de color que
encajan bien, filtros fotográficos que mejoran las imágenes como ya lo
hace Instagram, composiciones que se adaptan cuando movemos un elemento.
Aquello que hacemos los diseñadores, pero generado para que todo
funcione, todo encaje y nada quede mal.
Están todavía en periodo de crowdfunding pero ya han convencido a más
de 45.000 contribuyentes al proyecto que han pagado 96$ al año por ser
de los primeros en tener el privilegio de estrenar el sistema.
A estas alturas habrá más de uno con los ojos como platos y otros
indignados ante tanto despropósito. Está claro que hay muchos matices en
todo esto, pero está claro que augura el fin del diseño web como lo
conocíamos hasta ahora. Nuestro trabajo no deja de ser muy similar a
otros sectores. No podemos pensar que somos tan especiales.
A quién se le ocurre ahora ponerse a diseñar un coche, un televisor o
cualquier electrodoméstico –o su interface gráfica si se quiere– si
esto lo hacen grandes multinacionales a nivel mundial. Pues en esto
parece que estamos abocados a algo similar.
¿Qué nos queda?
La creatividad, el diseño, los servicios personalizados siempre
existirán y será necesaria nuestra participación y aquí es donde está el
camino. Pero esta vez no será un camino para principiantes y
diseñadores freelance con un conocimiento básico, sino de
expertos que desarrollaran proyectos a medida con necesidades muy
importantes que estas plataformas no cubren. Diseñadores web que aportan
valor más allá de un estándar. Webs que no son una simple fachada
elegante con unas pocas páginas sino webs donde harán falta equipos
importantes –incluidos los diseñadores– para desarrollar proyectos con
retorno para los clientes. Las plataformas seguirán vendiendo trajes
hechos para todos y nosotros seguiremos el camino del especialista. Y
aquí es donde gritaremos ¡viva el diseño web!
¿Quién diseñará las webs? El diseñador que las diseñe buen diseñador será.
Estas tarjetas de visita diseñadas por los canadienses St Bernadine son, quizás, las primeras con las que además puedes aprender a tocar la guitarra.
-
Canadá se ha convertido en las últimas décadas un auténtico filón de
creatividad. Las propuestas culturales que llegan desde las gélidas
tierras canadienses son muchas y variadas, en música, cine y también en
el ámbito del diseño con creadores visuales de la talla de Estudio Paprika, Vincent Morisset (al frente de Aatoaa Studio) o el ilustrador Julien Vallée. Entre esta hornada de nuevos estudios y diseño canadiense, está la agencia de Vancouver St Bernadine.
Entre la multitud de trabajos que llevan a cabo, llama la atención
estas tarjetas de visita para el músico Doug Little. Doug es profesor de
este instrumento. Las tarjetas diseñadas por St Bernardine están
pensadas para que estas funcionen como una pequeña lección. Así, en el
reverso se pueden ver los acordes, como si se tratara del mástil y los
trastes de una guitarra. La posición de los dedos se resalta mediante
por una impresión en stamping.
_____
+info: stbernadine.com
Carta de un diseñador con experiencia: «Lo que aprendí siendo diseñador»
Cira se despertó. Abrió la nevera. Nada, para variar.
Tras una ducha bajó a comprar desayuno, era una de sus comidas
preferidas del día. Alguien dijo: «Desayuna como un rey, come como un
príncipe y cena como un mendigo», y aunque la cita era anticuada y
monárquica no le faltaba razón.
Al volver comprobó el buzón. Tenía una carta con el membrete
escrito a mano. ¡Qué alegría! No solía recibir cartas de ese
tipo. Tostadas con tomate, cereales, té, música tranquila de fondo y la
ventana de par en par. Se dispuso a leer la carta, era de Daniel, tuvo
la suerte de tenerlo de profesor en un master de Dirección de Arte que
realizó hace unos años. Hace poco le habían comentado que se había
jubilado, pero sabía que seguía haciendo cosas… La creatividad no se
jubila.
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Querida Cira, Como ya sabrás, hace unos meses que me jubilé, como profesor claro,
porque como diseñador me apetece seguir haciendo cosas, sobre todo ahora
que puedo permitirme hacerlas desde la tranquilidad.
Tenía pendiente escribirte desde hace
tiempo. Recuerdo con cariño todas nuestras conversaciones. La verdad es
que mantengo el recuerdo entrañable de algunos de vosotros y
especialmente de los debates que disfrutamos ante un café. En estos
meses tranquilos he tenido tiempo de reflexionar y he estado pensando en
todo lo que he aprendido, he creído que te gustaría que lo compartiese
contigo.
Han sido muchos años en activo y
muchas las cosas que he aprendido, o mejor dicho que sigo aprendiendo a
diario. Como imaginarás estos años han estado repletos de evoluciones y
cambios, hablo de evoluciones que no siempre han sido avances y de
cambios que en muchas ocasiones han sido a peor.
Recuerdo la época en la que los
clientes te buscaban y no llegabas a todo y también cuando los trabajos
se cobraban a precios impensables ahora. Eran tiempos en los que los
trabajos que se enviaban a imprenta se arte-finalizaban en imprenta,
existía la fotomecánica y se formaban equipos de 10 personas para
desarrollar una web… Ahora existen innumerables plataformas donde te las
puedes hacer gratis.
En estos momentos es necesario trazar
estrategias para encontrar a clientes, la fotomecánica se ha extinguido y
hay clientes que quieren que trabajes gratis. Incluso recuerdo que se
diseñaba sin ordenadores y viví los tiempos del fax, en los que internet
y las redes sociales eran impensables. ¿Te imaginas ahora tu vida sin
internet? En aquellos tiempos nuestras estanterías estaban llenas de
libros para inspirarnos, y esto siempre lo tomé al pié de la letra,
jamás copié los trabajos de otros… Pero no voy a seguir, que si no va a
parecer que estuve en la Puerta de Tannhäuser.
De todo esto he aprendido que las
cosas cambian y que hay que adaptarse, a veces cambian para un tiempo
después volver al mismo sitio y a veces cambian para siempre. Sea como
sea, hay que adaptarse y no vale la pena vivir en aquello de que
‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. Siempre pensé que mi tiempo es el
de ahora, en el que ‘soy y estoy'; además en los cambios siempre hay
cosas positivas y nuestra tarea es buscarlas.
En mi caso, a pesar de los cambios siempre he seguido teniendo buenos trabajos. Confieso también que he trabajado gratis
en algunas ocasiones para amigos que se casaban o iban a montar su
empresa sin un duro y para algún cliente que era ‘una oportunidad’… De
esto aprendí que en la mayoría de ocasiones ni lo agradecen ni lo
valoran y que no puedes pretender cobrar después lo que un día hiciste
gratis.
En este sentido tomé bien temprano la
decisión de que jamás iba a trabajar gratis para un proyecto que tuviese
un rendimiento comercial o en el que no tuviese libertad absoluta en su
desarrollo. Aunque ahora, con la vista atrás, lo que más me molesta es
la de veces que he trabajado gratis sin ser consciente de ello, por no
tener organizados mis costes y por lo tanto no ser consciente de la
rentabilidad de cada proyecto que desarrollaba. Mea culpa.
De las múltiples urgencias y momentos en los que parecía que se acababa el mundodescubrí
que en muchas ocasiones son falsas y que lo que el cliente considera
urgente de vida o muerte, cuando entregas el trabajo deja de serlo. Las
prisas no son buenas compañeras de viaje.
De cuando escaseaban los clientes
aprendí que no debía quedarme quieto y que además de ser un buen
momento para salir a buscarlos también descubrí que se puede diseñar sin
tener clientes. De hecho, de esos periodos salieron algunos de los
trabajos más interesantes de mi carrera, como libros, objetos
promocionales, trabajos en colaboración con otros, exposiciones…
Del ego aprendí que de
la buena escucha y el trabajo en equipo pueden nacer magníficos
proyectos y que al igual que es necesario tener autoestima, en los
niveles adecuados, los egos son absolutamente innecesarios.
Del dinero, por
desgracia, también tuve que aprender que si quieres que esta sea tu
profesión es necesario hablar de él y que siempre, siempre hay que pedir
un adelanto antes de comenzar a trabajar y cerrar las formas de pago. Y
que hay que ganar dinero con el trabajo que uno desarrolla, al menos
para poder vivir dignamente. En caso contrario, esto no hubiese sido mi
oficio durante tantos años.
Del valor hacía mi trabajo,
a lo largo de mi carrera me he encontrado a muchas personas, tanto
clientes como allegados, que no han valorado mi trabajo y no pasa nada.
Quizás yo sin darme cuenta tampoco he valorado el de ellos y quizá ellos
tampoco eran conscientes de que no valoraban el mío. Quizá ninguna de
las dos partes supimos hacer que se valorase. Las cosas son como son.
Pero aprendí que soy yo el que debe valorar mi trabajo para poder
encontrar a personas que lo valoren… Y por suerte (o trabajo) las he
encontrado en múltiples ocasiones.
De los clientes aprendí
que hay clientes con los que no debí trabajar nunca, que ellos ayudaron a
que me desprofesionalizase, me enfadase, perdiese dinero y estuviese al
borde de la mediocridad en algunas ocasiones y que la responsabilidad
era mía, no suya. Con la experiencia aprendí a identificarlos en la
primera reunión y a decir no… este ha sido uno de los aprendizajes más
afortunados.
Los buenos clientes, los
que a veces se encuentran y otras es necesario buscarlos, me enseñaron
que para trabajar con un buen profesional primero debes de ser un buen
profesional y que se debe trabajar con seriedad y rigor por ambas
partes. Ya sabes que no soy católico pero hay una frase que creo que
contiene dosis de realidad ‘Dios los cría y ellos se juntan’, para lo
bueno y para lo malo.
También aprendí a llevarme bien con la incertidumbre que
en esta profesión existe y te tienes que acostumbrar a ella. A base de
roce averigüé que realmente no es tan mala y que a pesar de la oscuridad
de algunos escenarios, al final todo sale bien y uno continúa
trabajando con el paso de los años casi sin darse cuenta. Gracias a ella
siempre se van ideando cosas y en más de una ocasión me dio fuerzas y
me ayudó a salir de la zona de confort y a atreverme a hacer cosas que
sin ella no hubiese hecho.
Del cansancio aprendí
que es natural que a veces aparezca y no hay que dramatizar. Todas las
personas se cansan alguna vez de lo que se convierte en su oficio porque
de dibujar, diseñar e idear uno nunca se cansa pero otro gallo canta
cuando uno debe vivir de ello durante muchos años…
De mi entorno y mis pasiones ajenas al diseño aprendí que todo acaba influyendo en mi trabajo y de la relación con mis colegas de profesión que han acabado siendo mis mejores amigos y que nunca los percibí como competencia sino como compañeros. De ciertos concursos que hay que decir NO en mayúsculas y de las horas de dedicación a la profesión que hay que saber compartimentar, todo es importante.
De los resultados he
aprendido que mis trabajos además de cumplir con el encargo, los
usuarios, la funcionalidad y otras muchas cosas han de ser bonitos. La
realidad es que a todo el mundo le gustan las cosas bonitas. Aunque no
basta con que sean solo bonitas.
De los materiales aún no
he dejado de sorprenderme, un buen material puede ayudar a que un
diseño mejore e incluso disimular pequeñas carencias, existen millones y
es una interesante tarea el descubrirlos.
De la diversión y la alegría he aprendido que siempre hay que llevarlas a cuestas y que no vale la pena tomarse las cosas demasiado en serio y de la gente más joven que hay que trabajar con ellos y que si saben más cosas que tú, mucho mejor, de ellos todavía estoy aprendiendo a diario.
Por cierto Cira, ya sabes que tenemos un proyecto pendiente entre manos y espero que pronto lo llevemos a cabo.
Envío saludos para todos. Cuidaros mucho y no dejéis de aprender. ¡Yo aún sigo en ello!