viernes, 27 de mayo de 2011

"La Parábola del Luchador"

Después de haber pasado todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron, hasta donde soñé siempre con poder llegar.

Ahora todo lo que tengo, se lo debo al pasado, llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates, y ellas son testimonios de lo que viví y recompensas de lo que conquisté.

Son estas marcas y cicatrices queridas las que me recuerdan el pasado, y por las cuales valoro tanto este presente. Ellas me proyectan hacía un futuro desafiante y prometedor. 



Ocurre que en la vida, hay una época en la que vives porque hay que vivir, otras en la que vives escuchando historias de hazañas, y otras en las que necesitas hacer historia.

Por eso es de justicia en la vida que, a quien ha luchado tanto para dar lo mejor de sí mismo, la vida le devuelva en algún momento, una época llena de tranquilidad y reconocimientos, y el verdadero encuentro con la familia y los amigos.

En esta etapa me encuentro ahora mismo y mi agradecimiento se traduce en brindar, humildemente mi experiencia como devolución de lo mucho recibido.

Esta es “la meta del luchador”, luchar no sólo para intentar vivir bien y ganar más, sino también para poder dar lo mejor...

"La Parábola de las Piedras"

Un experto asesor de empresas en gestión del tiempo, quiso sorprender a los asistentes en una de sus conferencias, y sacó del escritorio un frasco grande de boca ancha, lo colocó sobre la mesa, juntó a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:

- ¿CUÁNTAS PIEDRAS PIENSAN QUE CABEN EN EL FRASCO?


Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco, luego preguntó:

– ¿ESTÁ LLENO? 
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla, metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió:
– ¿ESTÁ LLENO?
Esta vez los asistentes dudaron; ¿Tal vez no?
¡Bien! – respondió el asesor - Y puso en la mesa un cubo de arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.
– ¿ESTÁ LLENO? – preguntó de nuevo.
¡No! - Exclamaron los asistentes.
¡Bien! – dijo – y cogió una jarra de agua de un litro, 
que comenzó a verter en el frasco... El frasco aún no rebosaba.
Bueno, ¿Qué hemos demostrado? – Preguntó finalmente.
Un participante respondió: – “Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.”
– ¡NO! – concluyó el experto-:
“LO QUE ESTA LECCIÓN NOS ENSEÑA ES QUE SI NO COLOCAS LAS PIEDRAS GRANDES PRIMERO, NUNCA PODRÁS COLOCARLAS DESPUÉS”.
“¿CUALES SON LAS GRANDES PIEDRAS DE TU VIDA?”
“RECUERDA: PONLAS PRIMERO,
EL RESTO YA ENCONTRARÁ SU LUGAR”.

....Aquella charla “teórica” y de alto contenido técnico fue de gran utilidad para mí no sólo en el ámbito profesional y de los negocios; sino en lo que hace a la vida personal; a la vida “completa” que me tocó vivir.
La clave del “verdadero aprendizaje” en la vida está en la escucha atenta que debemos tener frente a los demás. Nunca sabemos en qué momento y circunstancia nos llega aquello que guardaremos en nuestro interior como una lección de vida.