viernes, 27 de mayo de 2011

"La Parábola del Luchador"

Después de haber pasado todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron, hasta donde soñé siempre con poder llegar.

Ahora todo lo que tengo, se lo debo al pasado, llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates, y ellas son testimonios de lo que viví y recompensas de lo que conquisté.

Son estas marcas y cicatrices queridas las que me recuerdan el pasado, y por las cuales valoro tanto este presente. Ellas me proyectan hacía un futuro desafiante y prometedor. 



Ocurre que en la vida, hay una época en la que vives porque hay que vivir, otras en la que vives escuchando historias de hazañas, y otras en las que necesitas hacer historia.

Por eso es de justicia en la vida que, a quien ha luchado tanto para dar lo mejor de sí mismo, la vida le devuelva en algún momento, una época llena de tranquilidad y reconocimientos, y el verdadero encuentro con la familia y los amigos.

En esta etapa me encuentro ahora mismo y mi agradecimiento se traduce en brindar, humildemente mi experiencia como devolución de lo mucho recibido.

Esta es “la meta del luchador”, luchar no sólo para intentar vivir bien y ganar más, sino también para poder dar lo mejor...

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